El Bolso

Uno de los problemas de mi vestimenta medieval, es la carencia de bolsillos. Todos somos conscientes de la cantidad de trastos que solemos cargar cuando salimos de casa, pañuelos, cartera, llaves, cámara de fotos, móvil ...etc.
Así que resulta imprescindible hacerse con una bolsa o bolso que pueda contener todo esto.

Retomando parte del cuero que encontramos en uno de nuestros paseos, y tras unos bocetos, comencé a realizar un bolso. Las dimensiones las ajusté a las propias de nuestra cámara digital, dándole amplitud para billetera, móvil y poco más, no quería que fuese muy grande.
El bolso está compuesto de tres piezas, más los cierres y trabillas. Se puede hacer también de dos piezas, pero le añadí una tercera para crear un compartimento específico para billetera y móvil.

Una vez dibujado sobre la piel, el contorno de los patrones que hice, el proceso es bien sencillo. A medio centímetro del borde de corte marqué una línea por donde iría la costura. Sobre esta línea situé a cada centímetro el punto por el cual se pasaría el hilo de costura. Hay que procurar que quede lo más regular y simétrico posible, sobre todo en los dos extremos. Una vez marcados todos los puntos, bastaría con tener a mano un sacabocados o un buen punzón. Yo usé el sacabocados (agujero más fino) que es lo que tenía a mano. El resultado es bastante consistente, eso sí, lo cosí con doble hilo y con pasada de ida y vuelta en la costura, pretándola tanto como pude. Para hacer los agujeros para pasar el hilo y para comenzar a coser, yo partí desde el centro de la pieza de cuero hacia el exterior. De esta manera me quedaban centrados los agujeros, y los nudos de la terminación de la costura se ocultan al quedar en el interior del bolso.

Algo a tener en cuenta a la hora de coser el bolso es el orden en el que hay que coser las piezas y el sentido en que se cosen. Si no, es posible que os ocurra como a mí, que lo deshice tres o cuatro veces. Hay que pensar bien el sentido, en qué cara del cuero queremos que quede al exterior y en el orden en que las piezas conforman la costura, ya que tras coserlas hay que darle la vuelta al bolso, si queremos que las costuras queden ocultas en el interior. Ni qué decir tiene que si nos gusta que se vean las costuras, el cosido se simplifica notablemente.

De las tres piezas una va a hacer de respaldo y tapa, otra de separador y la última de bolsa tipo fuelle. Para que esta última haga de fuelle debemos hacerle unos agujeros en la parte superior separados unos 2,5 a 3 cm, procurando que queden simétricos respecto del centro de la pieza. Así buscaremos este centro y haremos los dos primeros agujeros separándolos 4 cm en total, osea 2 a un lado y otros 2 al opuesto. Por estos agujeros saldrán los extremos de la cinta de cuero que hará de cierre del bolso. Tomando el centro anterior a unos 6 cm haremos otros dos agujeros, esta vez a 1,5 cm de separación total, aquí pondremos el anclaje para la tapa. Este anclaje puede hacerse tomando un trozo de cuero, enrollarlo y pasar una cinta de cuero fina a su través por dos puntos, o bien hacerlo con madera, hueso...etc

Es posible que la pieza que hace de separador os quede un poco alta, a mi me pasó, pero me vino bien. Aprovechando esto, rematé la parte superior del separador cosiéndolo hacia el interior del bolsillo, redondeando el corte del cuero y haciéndole una costura tipo de las que se hacían antes en las mantas (no sé si se verá bien en la foto).













Os pongo las plantillas con las que hicimos el bolso. Con la primera plantilla se obtienen dos piezas, la de respaldo (tomando la plantilla entera) y la de separación (usando sólo la parte bajo la línea punteada). La otra plantilla hay que ponerla dos veces, haciéndola simétrica a la derecha respecto de un eje vertical. En esta última la costura hay que marcarla en su parte inferior, bajo la línea punteada, a medio centímetro aproximadamente. Tened cuidado al marcar los agujeros para la costura, ya que deben coincidir con los marcados en las otras piezas porque, si no, no será posible coserlo como es debido. En las plantillas sólo pongo una medida, ya que se supone que el resto está a escala. Si no funciona avisad e intentaremos resolverlo.

Por último, vereis que en la entrada anterior del blog llevo un bolsito gris; es el mismo que el que veis aquí en la foto. Entonces no nos dio tiempo a darle una tintada y lo llevamos con el color del cuero tal cual lo teníamos. Ahora presenta otro aspecto, tras un envejecido mediante unos toques de marrón y negro.

Vestimenta Medieval

Aquí os presentamos dos vestimentas que hemos hecho basándonos en información sobre patrones medievales, ilustraciones, miniaturas de códices, y apoyándonos en unos trajes ya confeccionados, prestados al efecto por unos amigos.
El tejido base para los trajes hubiese sido más correcto de lino, pero teníamos por casa unas sábanas de cuando la abuela era niña, y decidimos darles un nuevo uso. Los trajes los hicimos a contratiempo (¡¡como siempre!!), y no tuvimos tiempo de hacer una tintada natural, que es lo que hubiéramos querido. El tinte que usamos fue de tipo comercial, pero ya en el ajo intentamos que no diese un resultado de prenda recién comprada; buscábamos que la tinción resultase un tanto desigual y con colores pobres, como de ropa usada. Para ello usamos poca cantidad de tinte, de colores no vivos, lavando intensivamente el ropaje y sin calentar en exceso la solución tintórea.
De los dos trajes ni decir tiene que el más complejo, con diferencia, es el de la mujer.
El del hombre es una túnica corta con un par de nesgas para darle vuelo y amplitud. El de la mujer se complica, al menos para nosotros, que de sastres tenemos poco, ya que hay que ceñirlo a la dama en cuestión. El frontal es de una pieza, siendo lo más dificil ajustar las costuras que ciñan el busto. De igual modo sucede en la parte posterior, estando ésta formada por dos piezas. Tanto en la pieza frontal como entre las dorsales hemos introducido una nesga central. Lo que más nos ha complicado el traje es el hecho de que se ajusta al tronco de la mujer por medio de un encordado lateral. Este encordado, nos dificultaba ajustar las costuras en su sítio, ya que al tener el traje un lateral abierto , todavía en fase de boceto, se nos descolocaba. Había que rectificar una y otra vez la tensión a dar al encordado para resituar las costuras en su correcta posición.
Una vez terminados y teñidos los trajes pasamos a la fase más sencilla pero que más nos gustó... colocar las cintas para adornar el traje. En el traje del hombre las colocamos sólo en cuello y puños, mientras en el de la mujer además de en estos lugares las usamos también en la zona del encordado.

¿Y un Banco?

¡¡¿¿Y ya que hemos hecho un baúl... no podríamos hacer también un banco para el telar!!??

Si total... el taller ya está sucio... y tenemos la madera que cogimos del plinto del gimnasio... no puede ser que cueste mucho hacer uno!!...

A ver si en una mañana...

Pues No!! no fué una mañana, fueron 2 y una tarde, pero al final hicimos el banquillo!!.
Es sencillo y tal como queríamos totalmente desmontable, ¡¡que si no vamos a tener que comprarle una habitación al vecino!!. El ensamblaje es muy simple, las 5 piezas se sujetan con la presión de las 4 cuñas de abajo y por el tipo de encaje de las 2 piezas superiores. Lo ideal hubiese sido que las 2 patas fuesen de una sola pieza de madera cada una, pero usar material reciclado es lo que tiene... no puedes elegir, ¡¡Te las tienes que apañar conlo que hay!!. Así que unimos las dos piezas de cada pata con espigas y cola blanca de modo que quede lo más seguro posible. El resto de piezas lo ajustamos todo lo que pudimos, afinando el encaje de una con otra usando lima o "escofina" y lija de papel para evitar holguras.

Como se puede ver en las fotos, el banco es suficientemente largo para que quepan en él tejedor y telar. Sólo falta sujetar bien el telar al banco y la labor a un punto fijo, de la pared o dónde se nos ocurra, para empezar a tejer.

El Baúl de los Hilos

Andábamos un poco a falta de qué hacer y nos dijimos... ¿Por qué no?.
¿Y si hacemos un baúl para guardar los telares?.

¡Pues a ello!. Comenzamos a buscar los materiales que creíamos necesarios o aquellos que nos diesen una idea atractiva. Así, tras varios golpes de suerte nos hicimos con unos retales de cuero que alguien había deshechado, unos herrajes de puerta "antiguos" o viejos, clavos de hierro forjado y con la suficiente madera para hacer un par de baules (sólo hemos hecho uno de momento). A todo este material "reciclado" hubo que añadir un montón de lija, cola de carpintero, cera y para dar el acabado final con el cuero, tachuelas.

Las medidas las elegimos en función del tamaño de nuestros telares, tanto para meter los de tablet weaving incluyendo el propio peine, como los aztecas y demás artilugios. La idea básica del baúl la tomamos del foro de un grupo de recreación medieval. Las medidas exteriores son de aproximadamente 80 cm de largo, 35 cm de fondo y 50 cm de alto. Como se ve en la foto la caja del baúl está elevada respecto al suelo unos 8 a 10 cm, así que el espacio útil en altura es de unos 40 cm.


La madera la obtuvimos de un suelo viejo que retiraron y que tenía un triste destino, es por esto que nos costó mucho trabajo el recuperarla y adecentarla. Eran tablas de tarima muy viejas, resecas (se astillaban con facilidad en las vetas) y con alguna zona que denotaba ataque por xilófagos. Debido a su origen como tarima, no eran listones lisos en sus cantos, cosa que nos venía bien a la hora de ensamblar unas con otras, pero que afeaban el resultado final, ya que en las esquinas del baúl se veía el engarce de unas tablas con otras. Para evitar esto pensamos en un principio usar lámina de metal, pero no dábamos con las del grosor y características que buscábamos, así que si le sumamos a esto que encontramos un pequeño alijo de cuero...

Pues eso, que al final le dimos otra solución, ocultando el engarce de las tablas rematando las esquinas en cuero. El color que muestra el cuero no es casual, lo anduvimos tiñendo hasta dar con el tono que más nos gustó.

Los herrajes y clavos también son de otro alijo, recuperado de unas puertas que alguién decidió arrojar a la basura. Son los típicos que se encontraban en las puertas del pueblo de los abuelos y que tienen/tenían varias capas de pintura (por lo general de color marrón/canela). Las capas de pintura salían bastante bien a golpe de martillo primero y con bisturí después (para eliminar las motas reveldes). Lo de los clavos es otra historia, unos salen de primera y otros pierden la cabeza... así que conseguimos rescatar un 60% a groso modo, pero los suficientes para colocar los herrajes en su sitio, una vez enderezados a base de martillo y yunque.

El resultado final...